El metro de la ciudad de Nueva York, aquí conocido como Subway, es una de esas infraestructuras que siempre se acaba utilizando, aunque uno no quiera, en una ciudad como esta. El metro forma parte de la vida de los neoyorkinos (de los neoyorkinos no ricos, claro, esos ya se mueven en limusina) y el cine ha dado cuenta de ello en varias de sus películas.
Lo que es el metro en sí, como lugar, es bastante feo y asquerosillo. El metro de Nueva York es uno de los más antiguos del mundo, está a punto de cumplir sus cien años de funcionamiento, y al verlo uno se da cuenta de que está pensado para la funcionalidad y no para el lucimiento, porque la primera vez que accedes a sus andenes puede llegar incluso a dar miedo. Por no hablar, por supuesto, de lo fácil que es equivocarse al coger un metro, pero eso ya es un tema más relacionado con el turisteo que con el cine.
Este 2012 una película ha sorprendido a miles y miles de espectadores: Shame, de Steve McQueen. En las primeras escenas de esta película vemos cómo el protagonista intercambia algunas miraditas muy sugerentes con una joven en el metro de Nueva York.
Eso sí, yo siempre que cojo el metro en Manhattan intento buscar algún tío buenorro con el que intercambiar alguna mirada sexy, y nada, que no hay nadie por aquí que se parezca a Fassbender.
Otra mítica película que nos recuerda al metro de Nueva York por una de sus más impactantes escenas es Ghost. Creo que sobran las presentaciones con una película como esta, que lo petó muchísimo en los años noventa. Aquí os dejo la escena para que la recordéis:
En Londres pasa algo parecido y el metro tampoco "luce"... ¡¡¡Pero eso es lo que mje atrae a mí!!!
ResponderEliminarDios, qué envidia me das...