Últimamente el cine clásico se me resiste un poco. Tengo épocas. A veces me encanta ver películas más antiguas y otras veces estoy varios meses sin ver ninguna de los ochenta para atrás. Pero es que realmente hay que tener un poco de sensibilidad y predisposición para apreciar ciertas películas, y creo que este es el caso de Vacaciones en Roma. Conocí esta película gracias al máster de guión que cursé el año pasado. En el taller de construcción de escenas nos pusieron el final de esta película. Me pareció tan maravilloso que desde ese momento quise verla, pero como siempre, la iba dejando, la iba dejando, y al final ha tenido que pasar bastante tiempo para que al final la viera.
Cuando conoces el final de una película y aún así te sorprende y disfrutas viéndola es porque realmente estás ante algo bueno. Vacaciones en Roma es una película muy sencilla para todo el derroche que propone. Cuenta la historia de la princesa Anna, una joven atrapada en su cargo, que está recorriendo Europa de visita diplomática en visita diplomática. En Roma, harta de su apretada agenda y de tanta obligación, decide escaparse un par de horas para dar una vuelta por la ciudad, pero termina conociendo a un hombre, un periodista americano que trabaja para un periódico romano, que le hará ver Roma de una forma que jamás olvidará.
Divertida y encantadora desde el primer minuto, como su protagonista, la famosísima Audrey Hepburn, la película logra seducir y enamorar al espectador. Un cuento de princesas y de amor en Roma... ¿qué más se puede pedir? Con aires de Cenicienta, pero al revés, la película nos invita a soñar con olvidar la monotonía por un día y dejarse llevar por todo lo que te puede suceder en una ciudad como esa. La película no nos hace soñar con ser princesas, sino con ser libres.
Por supuesto, es el final el que le otorga el prestigio a esta película. No hablaré de él porque imagino que alguno de vosotros no ha visto la cinta, pero el que sí la haya visto sabrá perfectamente de qué estoy hablando.
Eso sí, aunque todo lo dicho hasta ahora haya sido positivo, también quiero decir algo en su contra, y es que, aunque preciosa, la historia de amor me resulta bastante sosa, tan inocente como su protagonista. Aunque reconozco que Hepburn es una gran actriz (y una preciosa mujer) realmente todavía no he terminado de cogerle el punto y de disfrutar realmente con sus interpretaciones. Siempre tiendo a compararla con Marilyn Monroe, el otro gran mito del cine de aquella época, y la rubia siempre sale ganando. Prefiero la picardía de Monroe en comedias románticas de Billy Wilder que todas las películas de Audrey Hepburn, aunque quizás con el tiempo cambie de opinión.
Pero he de reconocer el mérito que tiene esta película, que es innegalbe. Muy recomendada para unas vacaciones en casa, para evadirse durante unas horas a una de las ciudades más hermosas de Europa y entretenerse con las simpáticas aventuras de esta princesita. Un copón de película que encantará a los que vomitamos con el exceso de romanticismo típico de las odiosas comedias románticas predecibles.
Vacaciones en Roma es un gran clásico, pero coincido contigo en que la Audrey Hepburn era bastante sosa. Muy elegante y muy guapa, pero sosa sosísima.
ResponderEliminarA mí Audrey Hepburn me parece bastante moñas como decías en tu entrada. Ella no me gusta, pero la peli es genial.
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