1 abr 2013

Freaks and Geeks

¿Hay algo que me guste a mí más que una serie de jóvenes en institutos? No lo creo. Por eso, desde el primer momento que supe de esta serie supe también que tenía que verla. Que me daba igual que fuera una producción de Jude Apatow o que saliera James Franco, que a mí ya me iba a gustar solo porque iba de jóvenes yendo al insti. 

Pero oye, que el hecho de que sea una producción de Apatow y que uno de los protagonistas sea James Franco jovencito y guapísimo también ayuda bastante, lo reconozco. De hecho para mucha gente ya solo el sello del productor es suficiente para alabar la obra, y oye, a mí me parece que tampoco es eso. 

De todas formas, hoy nos toca Freaks and Geeks, una serie americana de finales del milenio pasado, de cuando las Torres Gemelas estaban todavía en pie, pero que aún así sigue fresca como una lechuga recién cortada. Porque lo bueno que tienen las cosas bien hechas es que son eternamente disfrutables, y esta, sin duda, fue una gran serie entonces y ahora. 


Aunque la serie se llame Freaks and Geeks la protagonista de esta serie es la lista de la clase, Lindsay, una chica que siempre ha sido una buena estudiante pero está aprendiendo que igual no todo lo interesante se aprende en los libros. Ella estará en medio de los dos grupos que dan nombre a esta serie: los freaks, los malos del insti que no estudian, fuman, hablan de sexo y escuchan rock and roll, y los Geeks, los tontos de los que todo el insti se ríe. 

La serie es una maravilla desde el capítulo uno, que por cierto, es uno de los mejores de la serie. El gran acierto de sus creadores fue moldear a unos personajes tan interesantes (y tan adorables) y tan distintos entre sí, pero sobre todo, tan reales y tan cercanos. Por no hablar de la recreación histórica de los primeros años ochenta que ahora están tan de moda.

En una única temporada de dieciocho capítulos se recogen todas las inquietudes, todas las aficiones, los problemas y los sueños de cualquier adolescente y encima ves a James Franco estando buenísimo. ¿Qué más se le puede pedir a una serie de televisión?

Una serie que recomendaría a cualquier persona, aunque no lo gusten los adolescentes y los institutos tanto como a mí, solo por el placer de disfrutar de una historia tan cotidiana y brillante como esta. Copón de serie para los pardillos y los malotes más guays que ha dado la televisión.

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