Steven Spielberg lo petó, y eso es así. Sus películas te podían gustar más o menos, pero había que reconocer que el tío sabía lo que se hacía. Los años ochenta y primeros noventa fueron suyos, y no había otro que nos supiera entretener en la gran pantalla como él. Yo soy de la opinión de que con La Lista de Schindler tocó techo y desde entonces ha ido cayendo poco a poco, pero de vez en cuando parece que se va a recuperar y lo va a volver a petar porque todavía de vez en cuando pone su firma en algún título que sorprende.
Lincoln es, sin duda, una de esas películas que se salen del típico cine comercial al que este director nos tiene acostumbrados. Está claro que es una película para llegar a las masas, como todas las de este director, y que la forma que se ha elegido para contar esta historia se inclina hacia el "convirtamos en un gran héroe a este señor", pero no por eso es una mala película, más bien todo lo contrario.
Tengo que ser sincera: no estoy muy puesta en historia americana. Culpemos a la calidad de la educación de mi país, que ahora está muy de moda, pero lo cierto es que ahora mismo solo podría decir cuatro cosas de la historia de Estados Unidos, y prácticamente ninguna sobre su sistema político. Mi situación no era la idónea para acercarme a esta película, pero aún así, me llamaba mucho la atención.
Y no me defraudó. Aunque ha sido una película que me ha costado entender, primero porque la vi en el cine, en versión original y sin subtítulos (por si alguno no se ha enterado, vivo en EEUU desde octubre) y segundo porque me encontraba algo perdida nadando en la historia de este país, aún así la película consiguió enamorarme y contagiarme de su espíritu, mérito que no le voy a quitar.
No soy capaz de encontrarle una sola pega a Lincoln. La dirección es magnífica, el apartado técnico es perfecto, y no hablemos de los actores. El cásting al completo y sus caracterizaciones son alucinantes. De entre todo el reparto destaca por supuesto Daniel Day-Lewis, quien da vida al famoso presidente americano y que consigue transmitir una paz y un buen rollo riquísimos. Supongo que el Lincoln de verdad solo se parecería al Lincoln de esta película físicamente, pero el Lincoln de Daniel Day-Lewis sin duda alguna era el típico señor al que te encantaría conocer e intercambiar unas palabras, pues parece el señor más sabio del planeta, tipo filósofo griego.
Completan el reparto una increíble Sally Field en el papel de la señora Lincoln, y, mi favorito entre todos, Tommy Lee Jones, que da vida a Thaddeus Stevens y que se come la película. Para las neo-fans de Joseph Gordon-Levitt, el chico de moda, decir también que el muchacho sale poco, pero está guapísimo.
La película consigue su propósito, que es emocionar y transmitir al espectador la idea de que Lincoln era un gran hombre (no solo porque era altísimo) y que la política estadounidense era un poco como la egipcia, en cuanto a que los que se encargaban de ella deben estar reconocidos hoy en día como dioses. No me voy a meter en si históricamente es veraz o no, porque eso es otro tema. Solo me quedo con lo cinematográfico, y cinematográficamente es una gran película, que huele a Oscar que tira para atrás. Así que copón de película para ella.
Huele muchísimo a Oscar. Se puede oler sin haberla visto.
ResponderEliminarYo no es que me muera por verla, pero me ha entrado más gusanillo. Aunque lo mismo: de historia americana, poco, así que en cuanto a veracidad tampoco podré juzgar.