29 ago 2013

El Rey Pescador

Odio a Robin Williams. No lo trago. ¿Por qué? No sé deciros. Pero ya siendo yo bastante prepúber me di cuenta de que este señor era idiota y decidí dejar de ver sus películas, aunque eso supusiera dejar también de lado una de mis películas favoritas de cuando era pequeña: Jumanji. Y la verdad es que me fue muy bien durante un amplio periodo de mi vida sin tener ni siquiera curiosidad por ciertas películas en cuyo reparto aparecía este señor loco y pesado que tiene pinta de ser muy pesado y de dar abrazos cuando está sudado, pero al final, lo de siempre. Con la edad una se va haciendo más permisiva y se olvida de sus ideales radicales de juventud.

Total, que con la cosa de que este año estoy viviendo en Nueva York, me había hecho yo una lista con películas rodadas en esta ciudad que todavía no había visto para irlas viendo poco a poco durante este año americano mío y poder decir: "ay, pues sé dónde está eso", "pues yo estuve ahí", "pues eso es en tal sitio", y esas cosas tontas que nos gusta hacer a la gente que ha estado en ciudades que salen en las películas y que pone de los nervios a la gente que no ha estado en las ciudades que no salen en las películas pero tienen que tragarse tus comentarios.

Pero a lo que vamos, que al final un día me puse y me vi El Rey Pescador porque aunque no soy yo la más fan del mundo de Terry Gilliam tengo que decir que, en general, todas sus películas me gustan, porque tienen ese toquecito mágico/jodido de la cabeza que las hace divertidas y originales. Además, no me negaréis que Robin Williams no tiene también ese puntito jodido de la cabeza, con lo cual pensé que igual el combo funcionaba, y en mi opinión lo ha hecho, porque me he tragado la película estupendamente sin cagarme en Williams ni una sola vez.


Bueno, pues El Rey Pescador cuenta la historia de un hombre que lo tenía todo, que lo había petado en Nueva York, con lo que eso cuesta, que era un locutor de radio famosísimo, forrado de dinero, con chicas guapas y todas esas cosas que gustan,  pero que un día ve truncada su carrera cuando uno de sus oyentes comete una masacre en un restaurante y él no puede con el peso de esa culpa y se vuelve un cualquiera, y además un cualquiera amargado, que es de lo peor que hay en esta vida. Afortunadamente un día se cruzará en su vida un vagabundo de estos muy neoyorkinos que van muy mal vestidos, huelen, y dicen cosas sin sentido, que le hará ver las cosas de otra manera.

Aunque luego en el fondo esta es una película un poco épica si me apuras así a la antigua y a la inglesa de estas de "en busca del Santo Grial". Sí, una locura. Pero qué quieres, estás viendo una peli de Gilliam. Ya sabemos lo que le gusta a este señor salirse por los cerros de Úbeda, pero qué coño, es divertido. Además, ese toque fantástico a una ciudad como Nueva York, en la que parece que siempre hay alguien que se sabe el truco y no puede dejar a los demás disfrutar de ese momento de magia, le sienta fenomenal.

La cosa es que la peli, aunque previsible, engancha que da gusto. Es un cuento de los buenos, de los que nos gustaban cuando éramos pequeños, que sabíamos desde el principio que al protagonista al final le iba a ir bien pero importaba más el desarrollo que el desenlace, y nos encantaba cuando aparecían los dragones y disfrutábamos hasta cuando los malos se salían con la suya porque sabíamos dentro de nosotros que al final se iban a llevar todos su merecido.

Así que tengo que decir que mancantao, que nunca me había gustado Jeff Bridges tanto como me ha gustado en esta película, que he soportado a Robin Williams sin problema, que la estética noventera maravilosa es genial, que todas las subtramas son muy cuquis y que mola todo un montón. Así que copón de película, claro. Ah, y que me da igual que estas películas molonas existan, a mí si en Nueva York me habla un vagabundo salgo por patas. 

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