La saga de Evil Dead siempre tendrá un rinconcito en mi corazón por la forma en que la descubrí y por lo mucho que me gusta. Por eso me hizo un poquito de ilusión saber que estaban preparando un remake muy particular, pero remake al fin y al cabo. Varias veces leí aquello de "es un homenaje a las películas de Raimi", "no sigue necesariamente a la original", "el estreno más terrorífico del verano", y claro, ingenua de mí, me lo creí, sin sospechar para nada que todas esas frasecitas podían responderían más a una campaña de marketing que a la realidad.
Esta nueva Evil Dead tira de la originalísima idea de convertir a su protagonista en una drogadicta que se está quitando y se va a una cabaña con sus amigos a pasar los primeros días del mono fuerte, y al volverse ella tan arisca y agresiva, nadie se dará cuenta de que lo que realmente pasa es que... ¡¡está poseída!! Primer fallo: intentar dar justificaciones. Ya no son tiempos para dejarse llevar por la fantasía sin hacerse preguntas y simplemente sentarse a disfrutar.
La única buena idea de esta película es no haber querido copiar descaradamente a la original sino inspirarse en ella y regalar a los fans de aquella saga maravillosa un par de escenas para su regocijo, porque todo lo demás es más bien bochornoso, un espectáculo de sangre y gilipolleces sin ton ni son, y con unos diálogos de padre y muy señor mío.
Y vosotros diréis: ¿Y no era la película original bastante gilipollesca y carente de sentido? Pues hombre, mira, no. Es que estas dos películas no tienen ni comparación. Al igual que tampoco podemos comparar las épocas a las que pertenecen cada Evil Dead, y que probablemente hayan influido más de lo que parece en el resultado final de cada una. No son buenos tiempos para el cine de terror comercial, que prefiere estancarse en sorprender al espectador solo con el poder de la imagen y no con el uso de una buena atmósfera, unos grandes actores y una historia escalofriante.
Os seré sincera: para lo corta que es, la película se me hizo larga. Arranca a duras penas, con una primera parte que provoca ganas de vomitar y no porque el género de esta cinta sea el gore, y el clímax se hace hasta pesado, dejando esa horrible sensación de "¿pero esto no va a acabar nunca?". Y creo que el peor calificativo que se le puede dar a una película de terror es aburrida, así que con eso os lo digo todo.
No obstante, aunque la haya puesto a parir voy a terminar diciendo que, aunque sea caquita fresca, merece la pena verla si eres fan de la saga original solo por poderte quedar a gusto con el par de referencias buenas, aunque claro, ni por esas se libra este extraño aunque no terrible remake del justísimo ojete de monico.
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